La participación española en los Campeonatos Mundiales Femeninos de Nis (Serbia) concluyó en la jornada del jueves, con la derrota de Laura Fuertes en cuartos de final. La asturiana se quedó a un paso de dar a España la segunda medalla en la historia de esta competición, pero tuvo que luchar contra su rival y, más que contra ella, contra la indolencia de un árbitro al que le vino muy grande este duelo entre Fuertes y la norcoreana An Kum.
Desde luego, no vamos a acusar de mala fe al señor Juan Fernández, de Colombia, pero sí de terriblemente incompetente. Y es que las continuas acciones irregulares de la asiática condicionaron el combate desde el segundo asalto y la interpretación del reglamento en este sentido parece clara: si se usan estas acciones ilegales para beneficio de una de las partes y de modo continuo, se debe intervenir. El señor Fernández no lo hizo.
Se esperaba agresividad en Kum y la norcoreana la puso sobre el ring en el primer asalto. Laura Fuertes, sabedora de ello, se movió, intentó sacar el jab y desplazarse lateralmente a la vez que pegaba, muy en su estilo. Durante los primeros minutos quedaba claro que la técnica estaba del lado de la boxeadora española, lo que provocó que se anotara el parcial inicial, aunque uno de los jueces se desmarcó del resto y de lo visto en el cuadrilátero.
En el segundo asalto, Kum salió decidida a aplicar la misma táctica pero hasta el límite. Así, una y otra vez acortó distancias, cabeza por delante, buscando a su rival; una vez en la corta distancia, porfiaba casi violentamente en el clinch, provocando que Fuertes fuera desesperándose. Dentro de esta locura y caos, el árbitro mantenía la calma y solo avisaba verbalmente de las acciones a la asiática, y en alguna ocasión a Laura por bajar la cabeza. Sin embargo, el objetivo de Kum se lograba: no dejar hacer a Laura Fuertes su boxeo y desesperarla. Estos tres minutos fueron grotescos y hubo de todos: amarres continuos y continuados, boxeadoras por el suelo, dos cuentas a la española, un punto quitado a Kum y uno que se tuvo que quitar a Fuertes por golpear después de haber recibido a su vez un golpe de su adversaria tras detener las acciones el árbitro. Quitando todo esto y juzgando lo poco que se pudo ver, el round era para Kum.
El tercero era el decisivo y Kum siguió con la táctica que, por la permisividad de Fernández, le había dado buen resultado. Sin embargo, el cansancio provocó factura en ella y no estuvo tan rápida para echarse encima (literalmente) de la pupila de Rafael Lozano, por lo que Fuertes pudo recibir con algún golpe recto a la norcoreana. Fueron pocos, pero más claros que los de Kum, que volvió a apretar en su catálogo de irregularidades. Realmente, se hizo el (anti)boxeo que ella propuso y esto fue valorado por los jueces más que las manos de Fuertes.
Finalmente, la española caía de modo cruel por decisión dividida. Habían sido demasiado circunstancias contra ella y se escapaba una medalla para Fuertes y para nuestro boxeo que, en condiciones normales, estaríamos celebrando.