En no pocas ocasiones hemos escuchado aquello de que el boxeo “es un deporte de hombres” en el que, como dice de forma magistral Lupe Contreras, “veremos quién es el más macho”. Sin embargo, ni mucho menos es exclusivo de ellos. Siempre ha habido mujeres que se han opuesto a estas máximas y han reivindicado el derecho a la igualdad también en este ámbito. El camino no ha sido nada fácil pero los esfuerzos han ido cristalizando. La situación no es idílica, las bolsas no se asemejan a las de sus colegas de profesión, pero parece ser un movimiento imparable que sigue ganando terreno y adeptos.
Las primeras referencias
Las primeras referencias “modernas” de las que se tienen noticia datan de las primeras décadas de siglo XVIII, en las que se practica un boxeo que poco tiene que ver con el actual y que estaría más cerca de alguna otra práctica deportiva de contacto. Crónicas de la época hablan, en Inglaterra, de un combate en el que Elisabeth Wilkinson derrota a Martha Jones. ¿La primera campeona?
Barbara Battrick
Instalada en Texas, en 1957 consiguió una licencia de boxeadora junto con Phyllis Kruger, posiblemente las primeras otorgadas, por lo que su pelea (aunque crónicas hablan de que era la segunda) se podría considerar como un campeonato mundial. Battrick ganaba en un combate a 6 rounds a su rival, que la aventajaba en 23 libras: 113 de esta por… 80 de Barbara. De ahí su mote de “el átomo poderoso” (the mighty atom). Se retiraría en 1960, con un récord de 30-1-1 para ser madre y volvió fugazmente en 1977. En los 90 fundaría la WIBF, uno de los organismos que más ayudaría a la expansión del boxeo femenino.
Primeros logros
En los 80 la lucha continúa, aunque el proceso sigue siendo lento. Hay alguna sentencia que comienza a incidir en el hecho de la discriminación. En este sentido, y para dignificar la profesión y solicitar unos logros básicos, la mencionada Mariane Trimiar comenzó en 1987 una huelga de hambre que tuvo bastante repercusión mediática y de duración superior a un mes. Eran los años en los que el boxeo (masculino) estaba adquiriendo una nueva dimensión con la llegada del dinero de las televisiones y los casinos de Las Vegas. Mientras tanto, en la vieja Europa, antes de concluir la década se iba a producir un importante hecho: la Asociación de Boxeo Amateur de Suecia aprobaba la sanción de eventos de boxeo femenino.
Este hecho llevó a la USA Boxing a empezar a regular el boxeo femenino para todo el país, reconociéndolo plenamente. 3 años después, debido al incremento del interés en su práctica, se celebró en Augusta un torneo de 4 días.
Los años de avance
Tyson vapuleó a su antojo a Bruno (que no volvería a pelear). En el undercard, junto a Hopkins, Keith Holmes, el gran “Finito” López o un sensacional Michael Carbajal vs Melchor Cob Castro, los espectadores del recinto y los que estaban en sus casas, se quedaron boquiabiertos ante una magnífica y despiadada pelea que robó la atención de la noche. Sus protagonistas, Christy Martin y Deirdre Gogarty. Martin, de impoluto rosa al iniciar el combate, captó la atención mediática al ganar el excitante combate, hasta el punto de que el mes siguiente llegaría a ser portada del Sports Illustrated.
El otro gran hito de esta época es el comienzo de los campeonatos mundiales. En 1989, Barbara Battrick había fundado la Women’s International Boxing Federation (WIBF), primer organismo sancionador femenino. No fueron fáciles los comienzos, dada la situación precaria de la que se partía, pero hacia 1995 ya se pudieron ir sancionando de manera regular campeonatos mundiales en las diferentes categorías. Para darse a conocer y poner en marcha la idea, el 20 de Abril de 1995 en el The Aladdin de Las Vegas, se celebró una velada formada por 5 combates femeninos de los que 4 fueron por títulos inaugurales de ese organismo. Se cree que pudo ser la segunda de este tipo en la historia, pues en 1979 ya había existido otra cartelera exclusivamente femenina.
Como curiosidad, Treviño vencía a Regina Halmich, procedente de Alemania, quien conseguiría ese cinturón en su siguiente combate. La única derrota en la carrera de Halmich, una de las mejores boxeadoras de la (breve y accidentada) historia de este deporte. Sin embargo, a nivel mediático, aun produciéndose con anterioridad, no tuvo el impacto que la aparición de Martin.
Antes de concluir el siglo, el boxeo femenino se fue generalizando. Tras los reconocimientos de Suecia y Estados Unidos en el mundo amateur, le llegaría el turno a Inglaterra, en 1997. También la AIBA (Amateur International Boxing Association) preparó una nueva reglamentación y posibilitó el nacimiento de las primeras competiciones, como la Copa de Europa (1999) y el primer campeonato del mundo (2001), celebrado en Scranton (Estados Unidos) y donde dominó el medallero la selección de Rusia.
Laila Alí y los inicios de la consolidación
Laila, nacida en 1977 y fruto del tercer matrimonio de su padre (con Verónica Porsche), debutó en octubre de 1998 en el Estado de Nueva York (en Verona), derrotando en el primer round a April Fowler. Dotada de una potencia extraordinaria, incluso para el peso supermediano en el que se movía, Laila pronto encadenó otras 8 victorias, todas menos una antes del límite (incluida una pelea en China en una velada donde también estaba, por ejemplo, Golota). Entonces fue cuando se explotó el morbo y la historia y el boxeo femenino estuvo presente en los telediarios de todo el mundo.
El 8 de Junio de 2001, en el Turning Stone Resort & Casino, de Verona, peleaban boxeadores como Omar Sheika o Bronco McKart, pero los casi 6.500 espectadores que lo abarrotaban esperaban otro combate, aunque no hubiera título en juego y se realizara a 8 rounds de 2 minutos. Esa noche se enfrentaban Laila Alí y Jacqui Frazier-Lyde, la hija del no menos mítico Joe Frazier, 16 años mayor que su rival y que contó con el apoyo de su padre (el antiguo Cassius Clay tenía otros compromisos y no estuvo presente). La pelea, publicitada como Alí vs Frazier IV, mostró a dos boxeadoras lejos de poseer una técnica depurada pero con algo importante… genética. Ambas dieron un gran combate, duro, emocionante, que cayó por decisión mayoritaria del lado de Alí.
Convertida Alí en la gran referencia, pronto llegaron los títulos, primero el de la IBA y luego una unificación donde ganó a Valerie Mahfood, unificando con ello los de la WIBA e IWBF. Llegó a pelear con Christy Martin, por quien se hizo boxeadora, aunque Martin tuvo que subir muchísimas libras y fue presa fácil. Combatió en Alemania y, sobre todo, emuló en una noche emotiva a su padre y pisó el ring del mítico Madison Square Garden. Fue en noviembre de 2006, en el marco de una velada con Wladimir Klitschko peleando con Block y Kevin Kelley frente a “Mantecas” Medina. Precisamente durante el transcurso de este último combate enunciado, una de las puertas de entrada del Madison se abrió y apareció un carrito de golf. La gente se giró y comenzó a dar la espalda a los boxeadores que peleaban en el ring: los más de 14.000 espectadores que se encontraban en el recinto aplaudieron a Alí, que venía a ver a su hija. Ya con visibles rasgos de la enfermedad de Parkinson, se sentó junto a Dustin Hoffman para esperar el inicio del combate de Laila. Esta, que al saltar al ring le miró fijamente y le envió varios besos, vapuleó a Shelley Burton, que abandonó en el 4º round. Laia sólo hizo una pelea más, para retirarse con 30 años y un récord de 24-0-0, con 21 KO’s. Posiblemente, quedó cerca de conseguir similar importancia para el boxeo femenino que su padre para el masculino.
Los años de avance
Los años del “huracán Alí” fueron también años en los que habría otros grandes logros. Cada vez más países incluían peleas de mujeres en sus veladas (se calcula que en más de 130 naciones se han dado) y aparecían cada vez más en televisión. En el ámbito amateur, los campeonatos mundiales y otras competiciones también se consolidaron.
Con el crecimiento, también aparecieron nuevos organismos que buscaron propagar el boxeo (y obtener algún beneficio de ello, todo sea dicho). Como se partía de cero, o casi, era el momento de hacerse un hueco, difícil en el masculino por la presencia de organismos históricos.
Ya se ha comentado que la WIBF había nacido en 1989 y había comenzado a sancionar títulos desde 1995. En 1998, la IWBF (International Women’s Boxing Federation), que había nacido en 1992 en el Estado de Nueva York, también comenzaría a sancionarlos; tras unos años de esplendor y una crisis, quiso volver hace unos años pero no consiguió imponerse.
Mejor suerte corrió la IFBA (International Female Boxing Association), nacida en 1997 y que desde principios de siglo tiene sus propias campeonas, extendiéndose preferentemente por Corea o USA. En el año 2000, Ryan Wissow y el colombiano Luis-Bello Díaz, crean la WIBA (Women’s International Boxing Association), que se convertirá en uno de los organismos más reconocidos y valorados del boxeo femenino y que favorece la unificación de títulos entre sus campeonas. Quizá el espaldarazo definitivo se produjo cuando los grandes organismos que regían el boxeo (masculino, se entiende), comenzaron a sancionar y publicitar sus propios títulos. El WBC (Consejo) lo hizo ya desde 2005, la WBA desde 2006, en 2009 se sumó la WBO y la IBF un año más tarde. Además, casi todos los organismos mundiales, aunque menos conocidos y otros de carácter regional (como la EBU), también los han ido poniendo en marcha en la década pasada. Incluso los hay que, paradójicamente, han alcanzado más relevancia entre las mujeres que entre los hombres, como la IBA (International Boxing Association), que ha contado con campeonas como Alí o Holly Holm, o la Global Boxing Union (Melissa Hernández, Anita Christensen…). La situación es todavía más particular que en el boxeo masculino, donde las cuatro entidades más importantes están bien reconocidas y distanciadas en cuanto a relevancia del resto. Los diferentes organismos han tenido su importancia a la hora del reconocimiento de las boxeadoras y la progresión de esta disciplina, pero en la actualidad, y siguiendo al boxeo femenino, han sido los reconocidos como mundiales por el International Hall of Fame los que han acabado dominando el panorama (WBC, WBA, IBF y WBO).
Sucesión de figuras
Poco a poco fueron surgiendo campeonas reconocidas y las primeras grandes rivalidades. A Christy Martin o Laila Alí se le irían uniendo estadounidenses como Wendy Rodríguez, Ann Saccurato, Vonda Ward, Mary Jo Sanders, Melissa del Valle, Melissa Fiorentino o Ann Wolfe.
Aunque puede ser el principal centro, Estados Unidos no fue la única fábrica de campeonas y lugar donde las veladas adquirieron importancia. Casos como los de la ya mencionada Regina Halmich (Alemania), Sharon Anyos (Australia), Jane Couch (Inglaterra, y que llevó a cabo la primera pelea legalmente sancionada de las Islas), la búlgara Daisy Lang, Marischa Sjauw y Esther Schouten (ambas holandesas), la coreana del Norte Myung Ok Ryu (de carrera fugaz, 6 peleas, pero en las que ganó a Ana Mª Torres y a “Barbie” Juárez), la invicta rusa Natascha Ragosina, la tampoco derrotada Bettina Csabi (Hungría) o la tristemente desaparecida en accidente de tráfico Jisselle Salandy (Trinidad y Tobago), que podría haberse convertido en una de las más grandes.
Otras figuras fueron Holly Holm (oficialmente retirada para dedicarse a otros deportes de contacto) y Ava Knight (USA), Susi Kentikian, Ina Menzer y la ascendente Christina Hammer (Alemania), las escandinavas Cecilia Braehkus (Noruega) y Frida Wallberg (Suecia), alguna otra europea como la francesa Mathis y la belga Persoon, las boricuas Melissa Hernández o las hermanas Serrano y alguna asiática como Ji-Hyun Park (Corea del Sur) o la japonesa Shindo Go.
En los últimos años también ha llegado una legión de boxeadoras de México y Argentina. Jackie Nava, Ana Mº Torres (retirada en la actualidad), “la Joya” Moreno, Jessica Chávez, Irma Sánchez, Mariana “la Barbie” Juárez son ejemplos de las primeras. De hecho, en 2011 Nava y la “Guerrera” Torres mantuvieron dos combates antológicos situados entre los mejores del año, sin distinción de sexo. Entre las argentinas, una de las federaciones con mayor número de licencias, destacan nombres como Yesica Boop, “La pantera” Farías, Fernanda “La Camionera” Alegre, Carolina Duer, “la Locomotora” Oliveras, “la Gata” Acosta o Yesica Marcos, por abreviar la lista.
Una nueva época
La inclusión del boxeo femenino en los Juegos Olímpicos de Londres iba a ayudar todavía más al reconocimiento de este. El escaparate que resulta el magno acontecimiento deportivo permitiría que las principales figuras tuvieran un reconocimiento universal.
Además, tras Río 2016 las mejores púgiles comenzaron a pasar al profesionalismo, como es el caso de Nicola Adams (2 oros en mosca), Katie Taylor (oro en 2012 en ligero y una de las grandes referencias del boxeo amateur femenino) y la increíble Claressa Shields (dos medallas de oro en peso medio… con sólo 21 años).
Para ayudar en el aspecto publicitario también comenzaron a conseguirse récords de relevancia. Como el de la mencionada Cecilia Braekhus, considerada mejor boxeadora mundial actual y que desde Septiembre de 2014 tiene en propiedad los cinturones del peso wélter de los cuatro principales organismos, además de algún otro secundario.
En Octubre de 2016 Braekhus protagonizaría una velada, ante unas 10.000 personas, en la sala The Spectrum de Oslo. Era la primera velada que se realizaba en Noruega desde 1980, año en el que el boxeo había sido prohibido. En Junio cumplía el sueño de combatir en casa (la de adopción, Bergen), en un recinto abierto que también se encontraba repleto.
Otro gran hito lo consiguió, en Abril de 2017, Amanda “The Real Deal” Serrano, quien conseguía la corona del peso gallo y, con ello, se proclamaba campeona en una quinta categoría de peso. La primera mujer en conseguirlo.
Un mes antes Claressa Shields entraba en la historia, al convertirse en la primera mujer de la historia en protagonizar el main event de una velada emitida por la televisión por cable en Estados Unidos. Fue en el combate contra la húngara Szilvia Szabados, que ganó por TKO en el 4º, emitido por Showtime en su serie Shobox: the new generation
La fama y calidad de Shields la llevaran a disputar el título mundial (versiones IBF y WBC) en Agosto de este año 2017, frente a la experimentada alemana Nikki Adler.
Sin duda, queda mucho por recorrer, pero se puede hablar del camino correcto para el definitivo reconocimiento.
EL BOXEO FEMENINO ESPAÑOL
Si en España el boxeo masculino ha pasado por multitud de problemas y se puede decir que ha sido “perseguido” en diferentes ámbitos, podemos imaginar la situación del femenino. Sin embargo, en el boxeo profesional algunas mujeres han desafiado absurdas normas y prejuicios sociales para subir al ring a pesar de los mil y un obstáculos.
María Jesús Rosa, campeona pionera
Ya desde mediados de los 90’ del siglo pasado se dieron algunas (escasas) peleas. Por ejemplo, en febrero de 1995 y acompañando al campeonato de Europa wélter entre “el cazador” Navarro y Escriche (1ª defensa del primero), Soua Sánchez se imponía a la italiana Francesca Lupo en 6 rounds. Algún combate más se dará en los siguientes años, pero la primera gran figura de referencia será la madrileña María Jesús Rosa. La extraordinaria boxeadora española debutó en 1999 y, a pesar de las dificultades para encontrar rivales, fue ganando combates hasta que en 2002 se coronó campeona europea WIBF del peso mosca (diferente al título EBU que ya estaba vigente).
Tras un par de defensas, Rosa tuvo la ocasión de disputar el mundial de esta organización en minimosca. El 6 de noviembre de 2003, en el Pabellón B de Alcobendas y en velada organizada por Tundra (con varios boxeadores españoles en acción y la eliminatoria WBO del semipesado entre Lakatos y Garay), la española derrotaba en 10 rounds a la estadounidense Terri Moss y se convertía en campeona del mundo. En aquel momento, y habiendo perdido ese mismo año Mata su título del peso mínimo, Rosa era junto a Javier Castillejo (que tenía el interino del WBC) la única campeona española.
Tras un 2004 poco activo, la gran oportunidad se le presentaría un año después, cuando subió de peso para enfrentar a la legendaria Regina Halmich, la campeona mosca del mismo organismo. En aquella noche infausta de Karlsruhe, la española hizo un gran combate ante una rival que presentaba un récord de 47-1-1 (sólo había perdido con Treviño en su primer asalto al título). Pero era Alemania y los años fuertes de Universum (que popularizaron aquello de “En Alemania hay que noquear para conseguir un nulo”), por lo que las tarjetas no reflejaron lo sucedido sobre el ring y los jueces (¿?) anotaron una decisión dividida para Halmich. Rosa, desencantada no sólo por el resultado sino por todo lo que rodeaba a su sueño de seguir siendo boxeadora, se retiró tras la pelea, con sólo 31 años, mucho por hacer en el profesionalismo y un currículo de 19-1-0 y 4 KO’s.
La reina sin corona
La aparición de Rosa permitió que, aunque fuera levemente, se hablara de boxeo femenino y algunas otras mujeres adquirieron licencias en los primeros años del siglo. Es el caso de Estíbaliz Cano, Silvia León (que llegó a pelear con la excepcional púgil polaca Agnieszka Rylik, “lady Tyson”) o Ágata Gracia, quien no pudo coronarse ni campeona europea ni mundial, cayendo derrotada en ambos casos ante la púgil belga Nathalie Toro. Pero la otra gran figura de nuestro boxeo, que comenzó a dar sus primeros pasos en estos años y cuya carrera se extendería hasta 2015, fue la excepcional Loli Muñoz.
“Sugar” Muñoz debutaba en 2001 (peleando dos veces con Ágata Gracia) y tras un parón profesional, volvería en 2005 para asentarse como una boxeadora de nivel aunque repudiada por los jueces. Loli ha enfrentado a grandes figuras del boxeo mundial, con diferentes títulos en juego, entre ligero y wélter, en cualquier parte del mundo y en la mayoría de las ocasiones los jueces (¿?) puntuaron sin hacer caso de lo que sucedió sobre el ring. Aunque todos recuerdan los vergonzosos hechos que sucedieron en Montevideo en marzo de 2011 en su enfrentamiento con Chris Namús, “El Bombón Asesino”, ni mucho menos ha sido la única polémica en la que se ha visto envuelta.
El segundo enfrentamiento con la uruguaya tres meses más tarde o las diferentes visitas a Alemania (Ramona Kuehne, El Halabi, Jessica Balogun) son muestra de ello y también de la calidad de las rivales, entre las que también se encuentran Layla McCarter, Nathalie Toro o Delfine Persoon.
Años de esperanza
La tercera gran boxeadora española fue la madrileña Soraya Sánchez, víctima de la falta de apoyos del boxeo en general y del femenino en particular, que tuvo una carrera inmaculada y que subió al ring de manera profesional tan solo entre 2007 y 2010. Soraya se proclamó campeona de Europa (EBU) del peso gallo en junio de este último año, en una velada acaecida en Algete y estelarizada por ella, al derrotar a la poseedora del título Nadege Szikora. No llegó a defender el título y sólo hizo unos meses después otro combate y se retiró. Su récord 9-0-0 con 3 KO’s.
La retirada de Soraya Sánchez parecía crear un vacío insustituible en el marco de un boxeo español que no parecía pasar por una buena época, a pesar de algún éxito puntual.
Sin embargo, la salida (lenta) de la crisis económica que había envuelto al país y el desarrollo lento, pero firme (a pesar de algunos problemas estructurales), de este deporte, volvería a abrir un hueco a las mujeres.
A fines de 2015, Marta Brañas derrotaba a Maribel de Sousa en el primer combate por un título nacional, el mosca, de la Historia de España. La gallega se convertía así en la primera campeona de España.
La manresana Melania Sorroche caía derrotada en La Guaira (Venezuela), por el título WBA gallo ante la púgil local Mayerlin Rivas, en un combate en la que quizá mereció más.
Y ya en 2017 llegaría el segundo europeo de nuestra historia, cuando en Mayo la madrileña Joana Pastrana conquistaba el cetro continental del peso mínimo en Madrid, derrotando a la dura francesa Sandy Coget.
Junto a ellas, poco a poco se han ido incorporando boxeadoras al mundo profesional, algunas de las cuáles apuntarán a diferentes títulos en un breve período de tiempo. Nombres como los de la canaria Davinia Pérez, Eva Naranjo, Violeta González o una de las antiguas estrellas de nuestro amateurismo, la gran Miriam Gutiérrez, hacen pensar que el boxeo femenino español puede alcanzar un lugar de relevancia en el concierto internacional.